Prólogo:
Pero la verdad es que a lo largo de mi vida, he aprendido
que no hay un dios como tal, un padre absoluto de amor incondicional que nos
guía y protege, también que los hermanos no se matan entre sí por gobernar una
parte de la ciudad, que para proteger aquello que más amas la guerra es
inevitable; y que a lo largo de la vida es casi imposible encontrar un minuto
de paz absoluta.
Siempre fui una hija obediente y una mejor hermana; y sé que
si mi padre estuviera aquí me diría que perdonara a los hombres que lo mataron,
que no intentara vengarme, que los dejara ir y fuera feliz.
Pero lamento decir que esta
historia, no trata sobre el perdón.
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