jueves, 28 de noviembre de 2013

- One Shot 5 - El Sonido de la Lluvia:

 
5ª - El Sonido de la Lluvia:

Lara

Ya casi ha amanecido cuando llego a casa, pero no tengo nada de sueño. Me despido de Zelo, que quiere irse a dormir. Me he quedado sola otra vez.
Prefiero entrar por la puerta de atrás, por el taller. No se si Nana aún está despierta, pero prefiero no encontrármela ahora. Me he prometido que en cuanto la vea le diría lo que descubrí al leer el diario de mamá; pero ahora mismo no tengo fuerzas para enfrentarla. Me agacho y tiro la puerta ascendente hacia arriba, pesa muchísimo así que sólo la abro un poco y me cuelo por la rendija.
- ¿Qué haces? -La voz de Yong Guk me sobresalta terriblemente.
Durante un instante me he sentido como si me hubieran pillado cometiendo un delito, tengo el corazón en la boca. Miro hacia arriba. Lleva una camiseta de tirantes negra y está apoyado sobre la barandilla, mirándome con expresión burlona.
- ¡Joder! -Exclamo- ¡Qué susto me has dado!
- ¿De dónde vienes?
- De estar con tu hermano. -Contesto y subo la escalera de caracol granate.
El sonido de los tacones repunta demasiado contra el hierro por lo que intento ser lo más sigilosa que puedo. Si Yong Guk está aquí quiere decir que todos han regresado ya de patrullar y están dormidos. Él siempre es el último en acostarse.
- Estás muy guapa. -Comenta de manera burlona.
Me tumbo sobre el sofá negro que hay nada más terminar la escalera, y me quito las botas, dios, qué alivio... no estoy acostumbrada a llevar tacones altos y lo noto cuando los llevo mucho tiempo.
Yong Guk está frente a mí, apoyado contra la mesa de billar, con los brazos cruzados.
- ¿Qué pasa? -Le pregunto mientras me masajeo el pie.
- ¿Vuelves ha hablarme? -Dice en tono de despecho.
- ¿Pero qué dices? ¿Cuándo he dejado de hablarte? -Gira la cabeza a un lado y enarca una ceja mientras sonríe ligeramente y se acaricia el labio inferior con la lengua.
- Cuando me desperté la otra noche tú no estabas. -Su tono es calmado-. Te busqué y no te encontré. ¿Por qué no me despertaste?
- ¿Cuándo? -Contesto como si no supiera a qué se refiere.
- Mira, ¿sabes qué? -pierde la paciencia-. Es igual. -Se endereza y viene hacia mí- Yo también me canso ¿sabes? Me duele, me haces daño.
- ¿Yo? -contesto indignada- ¿Cuando? ¿Qué te he hecho?
- Por dios, Lara. -Contesta con frustración- No te hagas la idiota. -El tono con el que pronuncia esas últimas palabras es desgarrador. Yong Guk nunca grita, sólo tiene que decir algo con el tono de voz justo para dar miedo, respeto o simplemente tocarte el corazón.- Independientemente de mis sentimientos por ti, creo que me he ganado el derecho de ser al menos tu amigo, no te pido que me quieras como yo a ti. Simplemente que no me ignores, como si yo fuese el sonido de la lluvia.
El dolor que refleja su mirada me parte el corazón, ¿Cómo puede pensar eso? ¿Es que no sabe que mi día gira en torno a él?. Se da la vuelta escalera abajo.
- Oppa, espera.
Voy hacia él y le abrazo por la espalda. Acaricio mi cara contra su nuca y le agarro por los brazos, abrazándolo para que no se vaya.
- No te vayas. Perdóname. -Le digo acariciándole el pecho y el estómago.
Se da la vuelta y me abraza, le escondo la cara en el cuello, una lágrima me cae involuntariamente del ojo derecho, pero él no parece notarlo.
 - Yong Guk, yo también te quiero, muchísimo. No quiero hacerte daño, no quiero que sufras porque lo que a ti te pasa me duele a mi cien veces más. -Me abraza con más fuerza aún.
- ¿Lo dices de verdad? -Parece desconcertado. ¿Cómo puede ser tan imbécil? ¿Es que nunca se ha dado cuenta de mis sentimientos por él?
Me separo y le doy la espalda. Suspiro tapándome la cara. Me da vergüenza hablar de mis sentimientos. Yong Guk me coge por el hombro, me da la vuelta y me besa apasionadamente.
No se cómo; acabamos contra la mesa de billar. El me coge por la cintura y me sienta sobre ella para poder besarme más cómodamente, siento sus manos en mis muslos, a través de las medias negras, por debajo de la falda. Las puntas de sus dedos se me clavan, el corazón me late muy deprisa y siento las mejillas arder.
Esta no es la primera vez que él y yo estamos así, pero esta vez es distinto, más intenso.
Me mira a los ojos, acaricia mi cara con sus manos, examinando mi expresión, mi respiración se vuelve intensa y entonces me vuelve a besar con desesperación.
Poco a poco va perdiendo intensidad, hasta dejar de besarme. Cuando eso pasa me besa la frente y me mira a los ojos.
- ¿Estás llorando? -Me pregunta de golpe.
Ante su pregunta río de manera triste, mi risa se convierte en guturales carcajadas.
Dios, ya no puedo más, qué harta estoy. Si de mi dependiera me echaría a llorar ahora mismo.
- No vienes buscando esto, ¿verdad? -Le miro sin entender- ¿Hay algo que te preocupa? -Mi mirada de reproche lo dice todo. Él lo capta al vuelo.- Vale, ¿algo inusual, que te preocupa especialmente?-Guiño un ojo y frunzo los labios en respuesta- ¿Me lo quieres contar, cariño?
- Hay algo... -empiezo, sabiéndome la nariz y limpiando la sombra de ojos y el rimel corrido de mi cara- es sobre mi madre...
- ¿Tu madre?
Asiento con la cabeza. Él frunce el ceño sin dejar de escrutar mi expresión. Cruzo las piernas sobre la mesa de billar. Él sube de un salto e imita mi posición. Entrelaza su mano con la mía y yo le cuento lo que descubrí del diario de mi madre.

- ¿Qué hora es? -Pregunto desperezándome.
- Ya casi está anocheciendo. -Responde Yong Guk.
- ¿Qué? ¿Tan pronto?
- No tenemos por qué levantarnos todavía si no quieres.
Acaricia mi espalda desnuda con la palma de la mano. Yo me muevo y pongo la cabeza encima de su pecho, escuchando el latido suave de su corazón, nunca lo había oído tan tranquilo. Enredo mi mano derecha entre la suya, él le da un beso al dorso de mi mano y luego la pone contra su cara.
- ¿En qué piensas? -Pregunto.
- En lo que me has contado sobre tu madre. Debió de sufrir mucho.
- Sí... -contesto algo alicaída.
- Si alguna vez tú dejas de quererme, no te retendré a mi lado. Te dejaré ir.
- ¿A qué viene eso? -Me incorporo de repente. Él solo sonríe.
- Anda, ven aquí, que aún nos quedan un par de horas más. -Tira de mi antebrazo y me envuelve entre sus brazos.
- Pues yo a ti no. -Contesto contra su piel desnuda- Si alguna vez dejas de quererme, nunca te dejaré ir. Y si me dejas por otra a ella me la carga y a ti te mato...-Con los ojos cerrados sonríe de manera alegre, relajada, es el sonido más dulce que he oído nunca.
- No te preocupes; yo no dejaré de quererte nunca-besa mi mano-. No puedo. -Se da la vuelta y se pone encima de mi, mirándome con una expresión divertida, feliz.
- Más te vale. -Le digo en tono acusador. Él asiente y sonríe mientras me besa de nuevo.

Nana

Miro el reloj de muñeca plateado que llevo puesto, son más de las nueve y media de la noche, pero aún nadie se ha levantado, ni siquiera Dae Hyun, que siempre es el primero en brincar de la cama.
Estoy sola en el taller y oigo la puerta abrirse a mi espalda: Es Lara
- ¿Qué tal lo pasaste anoche? -Le pregunto medio burla, medio reproche.
- ¿Eh? -Me mira sin comprender.
- Con Zelo. Ya me dijo Himchan que te lo llevaste por ahí. -Baja la cabeza y desvía la mirada a un lado.- ¿Estás bien?
- Onnie, tengo que hablar contigo. -Me dice
- ¿Qué? ¿Por qué...? -Me percato que tiene un libro en la mano con las pastas de terciopelo amarillo.- Lara, ¿qué es eso?
- Era el diario de mamá. -Contesta.
- Cuando se enamoró de papá ella era muy joven.
Habían nacido y crecido en el mismo barrio, pero cuando mamá tenía catorce y papá dieciséis él un día se marchó.
Cuando volvió lo hizo cuatro años después, convertido en... un hombre rico, como todos lo llamaban. Se casaron jóvenes y muy enamorados, a los dos años naciste tú, y luego yo. Todo parecía idóneo pero... mamá empezó ha hacer preguntas, había cosas extrañas, el dinero, los hombres que desaparecían, las muertes inexplicables, las acusaciones contra papá... -Lata se detiene un momento para tomar aire. Se muerde el labio e inspira, luego continúa-. Mamá y papá discutían continuamente, ella estaba harta, sabía lo que papá hacía y por eso quería abandonarlo.
Nana, mamá tenía una aventura con otro hombre.
- ¿Qué? -Sus palabras me dejan helada.
- Es la verdad. Tenía un amante; la mano derecha de papá, su socio. Él también tenía un hijo. Mamá planeaba huir con ellos la noche en que murió.
- No me lo puedo creer... -Estoy conmocionada.
- Está todo aquí. En su diario. A ella le encantaba escribir; y lo escribió todo. Lo encontré hace cuatro años.
- ¿Por qué nunca me lo dijiste?
- Porque era algo del pasado que creí que era mejor no remover. Luego papá murió y tú... no quería que sufrieras más, Nana. Perdóname. -Me entrega el diario para que lo lea.
Suspiro mientras ojeo el diario, hay algunos poemas y muchos dibujos, Lara es igual que nuestra madre en ese aspecto. Escribe o dibuja en cada papel que cae en sus manos.
- La última entrada es del día en que murió.
Me dirijo a la mitad del diario, y junto al último texto veo el dibujo de un sello que ella hizo. Este dibujo... es...
- Dios mío, Lara. Este es... -Parece no entender- El dibujo, este es el sello del anillo del hombre que mató a papá.




NanaChan112

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